Re publicamos un artículo de Johan Obdola sobre su visión de la situación latinoamericana y los recientes hechos acontecidos en México, un país dentro de una región que nos atrapa permanentemente por las características propias de sus dinámicas internas que se han proyectado al resto de Latinoamérica y también hacia Estados Unidos de Norteamérica.
Algunas visiones las compartimos enteramente y en cualquier caso, siempre nos interesa «ver como nos ven» para enriquecer nuestros propios análisis.
Fernando Vaccotti
Presidente de IOSI GLOBAL | Presidente y socio, VERIDION Consulting | Autor de la serie de libros Tiempos peligrosos | Experto Global en Geopolítica y Seguridad | Conferencista principal.
16 de marzo de 2025
Un hemisferio en rojo
Las Américas han sido testigos de una evolución inquietante del crimen organizado en las últimas décadas, una evolución que ha dado lugar a imperios criminales transnacionales que operan con una brutalidad sin precedentes. Al frente de esta transformación maligna se encuentra el tristemente célebre Tren de Aragua, junto con la Mara Salvatrucha y los grupos narcoterroristas mexicanos, una red que surgió de las tristemente célebres cárceles de Venezuela y desde entonces se ha convertido en una fuerza sofisticada y militarizada. Junto con los cárteles violentos y los grupos de narcotraficantes, estas organizaciones ahora están redefiniendo la criminalidad con tácticas que difuminan la línea entre el crimen organizado y el terrorismo.
Un monstruo diseñado para el caos: el ascenso del tren de Aragua y la militarización del crimen
El Tren Aragua no surgió solo del caos. Fue diseñado a propósito bajo el régimen de Nicolás Maduro, que seleccionó a dedo a los reclusos peligrosos y les proporcionó identidades falsificadas, recursos y una directiva tácita para exportar el caos. Originario de las cárceles del estado Aragua, este grupo evolucionó rápidamente hasta convertirse en un instrumento letal diseñado para desestabilizar regiones enteras. Mucho más que una pandilla convencional, el Tren Aragua combina la crueldad de los cárteles de la droga con la disciplina de una unidad militar patrocinada por el estado. Sus operaciones ahora incluyen asesinatos selectivos, secuestros y extorsiones generalizadas, todos ejecutados con un nivel escalofriante de precisión.
La tecnología moderna alimenta aún más su efectividad. Equipados con armamento avanzado, comunicaciones encriptadas e incluso aviones no tripulados, estos grupos criminales han adoptado tácticas paramilitares que a menudo superan las capacidades de las fuerzas del orden locales. Las plataformas de redes sociales como TikTok y YouTube se explotan no solo para difundir propaganda, sino también para reclutar a jóvenes marginados, creando un campo de batalla digital que amplifica su terror
Implicaciones geopolíticas y el creciente alcance de la delincuencia transnacional
Las ramificaciones de estos acontecimientos se extienden mucho más allá de Venezuela. En Brasil, organizaciones criminales como el PCC (Primeiro Comando da Capital) y el Comando Vermelho se han establecido como gobiernos en la sombra, ejerciendo control sobre regiones enteras. En Ecuador, un país que alguna vez se consideró relativamente estable, las pandillas y carteles violentos han convertido los centros urbanos en zonas de guerra, y los asesinatos políticos y las masacres masivas en las cárceles se han convertido en rutina. Haití sigue atrapado en la anarquía, donde las bandas armadas imponen su propio orden brutal en ausencia de un Estado funcional.
Estas redes criminales ahora operan con impunidad a través de las fronteras, moviéndose sin problemas de una nación a otra. Su influencia ha llegado a Estados Unidos, donde la crisis de opioides y el tráfico desenfrenado de fentanilo han convertido la frontera en un campo de batalla. Si bien las autoridades estadounidenses han sido conscientes desde hace mucho tiempo de la amenaza que representan estos grupos transnacionales, el verdadero avance es que ahora están surgiendo serias implicaciones. Mientras tanto, Canadá está empezando a registrar el impacto de estas redes, con indicios tempranos de actividades relacionadas con los cárteles en provincias como Columbia Británica, Ontario y Quebec.
La era digital: transformando el crimen en una amenaza global
La tecnología moderna de la comunicación ha transformado el panorama delictivo. Las redes sociales y las plataformas de mensajería encriptada facilitan el reclutamiento rápido, la coordinación y la difusión de una narcocultura violenta y glorificada. Estas herramientas digitales permiten a organizaciones como el Tren Aragua operar con un secretismo sin precedentes, adaptándose rápidamente a las contramedidas desplegadas por las fuerzas del orden. A medida que la tecnología continúa evolucionando, también lo hace el arsenal criminal, lo que hace que los métodos policiales tradicionales sean cada vez más inadecuados.
Esta frontera digital no solo ha ampliado el alcance de la delincuencia transnacional, sino que también ha intensificado su impacto. Internet se ha convertido en un conducto para la difusión del terror, con redes criminales que utilizan plataformas en línea para difundir propaganda y proyectar poder mucho más allá de sus territorios físicos. Esta conectividad global, si bien es beneficiosa en muchas áreas, lamentablemente ha proporcionado un terreno fértil para que los delincuentes prosperen y se adapten.
El crematorio masivo en México y el fracaso de la humanidad: un llamado a reformas drásticas
Si bien la criminalidad transnacional representa una amenaza hemisférica, México se destaca como un ejemplo particularmente sombrío de la descomposición de la gobernabilidad y la humanidad. El reciente descubrimiento de un crematorio masivo clandestino en Teuchitlán, Jalisco, es un claro símbolo de cuán profundamente la violencia ha permeado la sociedad. Este sitio, un antiguo rancho ahora transformado en una fábrica de la muerte, alberga los restos carbonizados de innumerables víctimas, junto con pertenencias personales como zapatos y juguetes de niños. Las horribles pruebas apuntan a un asesinato masivo sistemático y a un aparato estatal que le ha fallado a su pueblo desde hace mucho tiempo.
Un descubrimiento espeluznante: Rancho Izaguirre y sus atrocidades
El sitio, bautizado como Rancho Izaguirre, fue descubierto por un vigilante colectivo de búsqueda tras una denuncia anónima. Los investigadores encontraron hornos crematorios de tamaño industrial y montones de restos quemados, junto con evidencia de que ni siquiera los niños se salvaron de esta masacre. La presencia de artículos personales, como juguetes de niños, habla de la profunda crueldad infligida a las familias y comunidades.
Presuntamente operado por el CJNG —el Cártel Jalisco Nueva Generación, una de las organizaciones criminales más despiadadas de México—, la instalación no solo fue utilizada para la disposición masiva de cuerpos, sino también como campo de entrenamiento para futuros criminales. En este macabro escenario, el acto de matar era ritualizado y deshumanizado, preparando a los nuevos reclutas para una vida de violencia y terror. La atrocidad en Rancho Izaguirre es un testimonio de las profundidades de la desesperación que la criminalidad desenfrenada puede llevar a una sociedad.
México ha estado plagado de violencia durante mucho tiempo, pero las revelaciones de Teuchitlán han puesto la crisis en el punto de mira. Con más de 100.000 personas reportadas como desaparecidas y miles de mujeres víctimas de feminicidios cada año, los paisajes de México están marcados por el dolor y el derramamiento de sangre. Las fosas comunes y los crematorios clandestinos no son anomalías, son síntomas de un fracaso sistémico de la gobernanza.
Décadas de corrupción, complicidad política y decadencia institucional han creado un entorno en el que prosperan las redes criminales. La confianza pública en las instituciones del Estado se ha desplomado, e incluso mientras las elecciones continúan, muchos ciudadanos ven el voto como un acto transaccional, una medida desesperada para asegurar favores en lugar de un ejercicio genuino de democracia. En este clima, la distinción entre el Estado y la criminalidad ha desaparecido casi por completo.
Un llamado a medidas drásticas y nuevos liderazgos
A raíz de estas atrocidades indescriptibles, el nuevo gobierno mexicano ha comenzado a responder con la determinación de recuperar el control. El crematorio masivo de Teuchitlán es un llamado de atención a la reforma, una demanda para que el Estado tome medidas duras y decisivas para desmantelar estas redes criminales y restaurar la seguridad pública. El gobierno se encuentra ahora bajo una inmensa presión para implementar políticas integrales que aborden no solo los síntomas de la violencia, sino también sus causas profundas.