Por Fernando Vaccotti
La contundente victoria de Noboa
El pasado 13 de abril de 2025, el presidente ecuatoriano Daniel Noboa fue reelegido con un 55,6% de los votos, superando ampliamente a la candidata correísta Luisa González (44,4%). La diferencia fue mayor a la proyectada por las encuestas, consolidando así su liderazgo político en un país atravesado por una de las mayores crisis de seguridad de su historia.
Pese a las denuncias de fraude por parte de la oposición, organismos como la OEA y la Unión Europea validaron la transparencia del proceso electoral. El respaldo internacional y la legitimidad del proceso refuerzan la figura de Noboa, quien ha sabido capitalizar su discurso de mano dura contra el crimen organizado.
Su gestión previa fue marcada por un referéndum en 2024 donde se aprobaron reformas clave en seguridad, incluyendo la intervención de las Fuerzas Armadas en tareas de orden interno y la extradición de narcotraficantes.
Impacto geopolítico regional
La reelección de Noboa consolida un nuevo eje político regional junto a Javier Milei (Argentina) y Nayib Bukele (El Salvador): tres líderes con discursos liberales en lo económico, pero autoritarios en su enfoque de seguridad.
Este bloque se presenta como afín a los intereses de Washington, particularmente en el actual regreso de Donald Trump a la Casa Blanca. En contraposición, representa un freno a los proyectos regionales progresistas liderados por gobiernos como los de México, Colombia o Brasil.
Una de las consecuencias más inmediatas fue la ruptura de relaciones diplomáticas con México, luego del polémico ingreso de fuerzas ecuatorianas a la embajada mexicana en Quito para detener al exvicepresidente Jorge Glas. La presidenta Claudia Sheinbaum ha sido clara: no restablecerá vínculos mientras Noboa continúe en el poder.
Reconfiguración del tablero latinoamericano
El giro regional hacia gobiernos de derecha -tras años de hegemonía progresista- modifica el equilibrio en organismos como UNASUR, CELAC o la OEA. Ecuador, bajo Noboa, podría orientar su política exterior hacia acuerdos bilaterales con EE. UU., Israel y aliados estratégicos, alejándose de los bloques regionales integracionistas.
En términos de seguridad, el modelo ecuatoriano comienza a ser observado por otros países como Paraguay, Perú y República Dominicana, donde la violencia del crimen organizado va en aumento.
La consolidación de gobiernos de derecha en países como Ecuador, Argentina y El Salvador representa un contrapeso a la ola progresista que había ganado terreno en América Latina en años anteriores. Este cambio puede influir en la dinámica de organismos regionales y en las políticas de integración.
Ecuador, bajo el liderazgo de Noboa, podría priorizar relaciones bilaterales con Estados Unidos y otros aliados estratégicos, posiblemente en detrimento de iniciativas de integración regional promovidas por gobiernos de izquierda. Además, la postura firme de Noboa frente al crimen organizado y su enfoque en la seguridad podrían servir de modelo para otros países que enfrentan desafíos similares.
Retos de gobernabilidad
A pesar de su triunfo, Noboa enfrenta un contexto complejo:
- La economía muestra signos de recesión (PIB cayó un 1,5%).
- La pobreza ha aumentado significativamente.
- Las críticas por violaciones a derechos humanos crecen, especialmente por detenciones masivas sin debido proceso y condiciones penitenciarias extremas.
La ruptura con México, además, podría aislar a Ecuador en foros regionales, aunque esta distancia diplomática podría compensarse con mayor cercanía a Estados Unidos y apoyo financiero internacional.
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Conclusión
La victoria de Noboa es más que un triunfo electoral. Es un reacomodamiento ideológico en la región, una apuesta por modelos de gobernabilidad de “mano firme” frente a la criminalidad y un nuevo capítulo en la disputa geopolítica por el rumbo de América Latina.
Fernando Vaccotti 