Por Fernando Vaccotti
Ecuador atraviesa un momento decisivo. Mientras enfrenta el embate del crimen organizado y refuerza militarmente su frontera norte, su presidente, Daniel Noboa, mueve con astucia las piezas de la política internacional: visita a Donald Trump en Florida, se reúne con Xi Jinping en Pekín y firma acuerdos con contratistas asesores de seguridad privados. El tablero es regional, los desafíos son globales, y las decisiones que se tomen hoy marcarán el destino del país por décadas.
Frontera con Colombia: narcotráfico, disidencias y muerte
La situación en la frontera norte con Colombia ha alcanzado niveles críticos. Grupos armados como los Comandos de la Frontera —disidencia de las FARC— mantienen presencia activa en zonas como Alto Punino, epicentro de la minería ilegal y corredor del narcotráfico.
El 9 de mayo de 2025, una emboscada en esa región costó la vida de 11 militares ecuatorianos, en uno de los peores ataques contra las Fuerzas Armadas en los últimos años. El operativo buscaba desmantelar estructuras ilegales que combinan minería, cocaína y extorsión.
En respuesta, el gobierno reforzó la zona con un 30 % más de tropas, drones y cámaras, declarando oficialmente el conflicto como un “enfrentamiento armado interno”, con todo el respaldo jurídico que ello implica.
El crimen ya no es urbano: se ha ruralizado, militarizado y transnacionalizado.
El Tren de Aragua y el narcoterrorismo regional
A esta situación se suma la expansión del Tren de Aragua, organización criminal venezolana con presencia en la región fronteriza, especialmente en las provincias de Esmeraldas y Sucumbíos. Estas bandas han logrado articularse con mafias locales, disidentes colombianos y redes de trata, sumiendo a zonas enteras en un régimen de terror paralelo.
Ecuador es hoy nodo logístico y productor periférico en la cadena mundial de drogas, oro y violencia.
Oro maldito: la minería ilegal como motor del crimen
La minería ilegal genera en Ecuador más de 1.300 millones de dólares al año, dinero que financia estructuras criminales, armas y corrupción. A pesar de ello, el gobierno ha optado por reabrir el catastro minero para promover inversiones legales y controlar el caos.
Sin embargo, organizaciones indígenas y activistas denuncian que esta apertura no ataca las causas estructurales del problema, sino que las legitima bajo nuevos nombres.
Seguridad externa: mercenarios, Trump y política sin ideología
En un movimiento sorpresivo, Noboa firmó un acuerdo con la empresa de seguridad Blackwater, fundada por el polémico Erik Prince, para brindar entrenamiento y apoyo táctico a las fuerzas ecuatorianas. La presencia de contratistas privados abre un debate sobre la privatización de la seguridad nacional y sus implicancias éticas y legales.
El 30 de marzo de 2025, el presidente ecuatoriano se reunió con Donald Trump en Florida, fortaleciendo una alianza que podría incluir cooperación en inteligencia, lucha antinarco y, eventualmente, presencia militar estadounidense en territorio ecuatoriano.
Trump incluso se comprometió a estudiar la designación de las bandas criminales ecuatorianas como organizaciones terroristas.
Ecuador-China: cooperación sin alineamiento
Pocos días después, Noboa viajó a China y fue recibido por el presidente Xi Jinping en Pekín. En el marco del 45.º aniversario de relaciones diplomáticas, ambos mandatarios firmaron acuerdos de cooperación dentro del proyecto de la Franja y la Ruta, incluyendo comercio, tecnología, infraestructura y cultura.
China busca consolidar su influencia económica en Ecuador a través de megaproyectos energéticos, financiamiento estatal y comercio agrícola. Noboa, sin embargo, evita el alineamiento ideológico: “La era de las ideologías ha terminado”, declaró durante el foro económico de Tianjin.
Su estrategia apunta a una diplomacia pragmática, que combine inversiones chinas, respaldo político de EE.UU. y control territorial a través de políticas de seguridad interna reforzadas.
Un país al límite con un liderazgo en disputa ?
Ecuador está al borde de múltiples crisis: seguridad, minería ilegal, crimen organizado, gobernabilidad y soberanía. La figura de Daniel Noboa emerge como la de un presidente que, con pragmatismo y riesgo calculado, intenta reposicionar a Ecuador en el tablero internacional mientras sofoca incendios internos.
Su desafío no es menor, enfrentar al narcotráfico sin caer en el autoritarismo, abrazar la inversión extranjera sin perder soberanía, y navegar entre Beijing y Washington sin naufragar.
La historia juzgará si esta apuesta dual y frontal fue una visión de Estado o una fuga hacia adelante.
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