Bolivia 2025, la caída del modelo bolivariano y el retorno al mundo libre

El fin del eje chavista en el altiplano y el inicio de una etapa de apertura económica, diplomática y republicana

Por Fernando Vaccotti

Bolivia como un país clave en el corazón de Sudamérica

Bolivia, encrucijada entre la cordillera de los Andes y la Amazonia, es una pieza geopolítica central del continente. Rodeada por cinco países -Brasil, Paraguay, Argentina, Chile y Perú- y sin salida al mar desde 1884, su ubicación la convierte en un nodo estratégico entre el Atlántico y el Pacífico, entre la región andina y la cuenca amazónica.

Pero su relevancia no se agota en la geografía. En su subsuelo descansan las mayores reservas de litio del planeta, un mineral crítico en la transición energética global. El salar de Uyuni, emblema de esa riqueza, simboliza tanto el potencial como las contradicciones del país: abundancia de recursos, pero carencia de gestión y transparencia.

Durante dos décadas, Bolivia vivió entre la retórica antiimperialista, la dependencia de la renta extractiva y la concentración de poder. Las elecciones de 2025 marcan un punto de inflexión en esa historia reciente.

De Evo Morales al agotamiento del modelo

El Movimiento al Socialismo (MAS) llegó al poder en 2006 con Evo Morales, instaurando un ciclo político que se extendió hasta Luis Arce. Durante ese periodo, el país experimentó estabilidad macroeconómica inicial y una fuerte política redistributiva, pero también corrupción estructural, debilitamiento institucional y cooptación de los poderes públicos.

Morales construyó su poder sobre una triple alianza: el control de los movimientos cocaleros, el discurso indígena-nacionalista y la conexión con la red bolivariana de Chávez y Maduro. Bolivia se integró así al eje Caracas-La Habana-Quito-Buenos Aires (kirchnerista), en lo que podría definirse como el bloque chavista-populista del siglo XXI.

La expulsión de la DEA en 2008, los contratos opacos con firmas chinas y los escándalos de enriquecimiento irregular consolidaron un sistema híbrido, un Estado-partido-negocio, en el que los límites entre lo público y lo privado se desdibujaron.
Para 2025, ese modelo estaba agotado. La inflación, el desabastecimiento, el descrédito institucional y el hartazgo social prepararon el terreno para una transición necesaria e inevitable.

La elección del cambio

El 19 de octubre de 2025, Bolivia votó por un giro histórico. En la segunda vuelta electoral, Rodrigo Paz Pereira, del Partido Demócrata Cristiano (PDC), obtuvo el 54,6 % de los votos frente al ex presidente Jorge Quiroga, en una jornada pacífica y con alta participación.

Fue la primera vez en casi veinte años que el MAS quedó fuera de toda opción real de poder. El voto fue más que un castigo a los viejos caudillos, fue una declaración de independencia social, una demanda de modernidad.

Paz, de perfil moderado y visión liberal-democrática, encarna una nueva generación política boliviana con fuertes raíces familiares vinculadas al poder. Su propuesta –un “capitalismo para todos”– combina apertura económica con inclusión social, reformas institucionales y lucha frontal contra la corrupción.

El fin del populismo y el retorno a la democracia republicana

El triunfo de Paz representa el cierre del ciclo populista-estatista que dominó a Bolivia desde 2006.
Durante dos décadas, el “socialismo del siglo XXI” (una gran mentira contemporánea) prometió justicia social y soberanía, pero derivó en lo contrario: dependencia, corrupción y estancamiento.

Hoy el país busca recuperar su institucionalidad republicana, reconstruir la confianza ciudadana y volver a insertarse en el sistema internacional sin tutelas ideológicas.
El nuevo gobierno deberá enfrentar enormes desafíos como el déficit fiscal, la pérdida de reservas internacionales, fuga de capitales y la herencia de un aparato estatal clientelar.
Pero el mensaje de las urnas es claro: el populismo ya no tiene mandato moral en Bolivia.

Evo Morales y la red de corrupción chavista

El caso de Evo Morales trasciende la política doméstica. Su trayectoria ilustra cómo la corrupción se convirtió en mecanismo de poder continental.


Bajo su gobierno, Bolivia se integró plenamente a la red de financiamiento y cooperación política del chavismo, que -según múltiples investigaciones- canalizó recursos hacia campañas de líderes afines en la región.

La figura de Morales quedó además golpeada por acusaciones judiciales que van desde los contratos con la empresa china CAMC hasta causas recientes por trata y tráfico de menores, lo que terminó de erosionar su legitimidad.
Su caída simboliza también la decadencia del eje bolivariano como un sistema que presentó una alternativa de justicia social y terminó como estructura transnacional de corrupción, narcotráfico y autoritarismo.

La derrota del MAS no fue solo electoral, sino histórica. Se cerró una era.

Los desafíos del presidente electo Rodrigo Paz

Rodrigo Paz

El nuevo mandatario asume un país fragmentado, con una economía debilitada y sin mayoría parlamentaria.
Entre sus principales retos destacan:

  • Recomponer la economía: inflación creciente, escasez de divisas y caída de exportaciones energéticas.
  • Reformar el Estado: despolitizar la administración pública y restaurar la independencia judicial.
  • Restablecer relaciones internacionales: en especial con Estados Unidos, organismos multilaterales y socios regionales.
  • Gestionar el litio con transparencia, evitando repetir los errores extractivistas del pasado.
  • Reconciliar al país: integrar regiones, etnias y sectores sociales bajo un proyecto común.

Paz promete gobernar con apertura y pragmatismo, apostando a una nueva diplomacia económica y a una relación madura con sus vecinos.

Reacciones internacionales y realineamiento regional

El triunfo de Rodrigo Paz generó un inmediato respaldo diplomático.
Desde Washington, el secretario de Estado Marco Rubio felicitó al nuevo presidente y anunció la voluntad de cooperar en seguridad, comercio e inversión, celebrando el fin de “dos décadas de mala gestión”.

En Buenos Aires, Javier Milei calificó el cambio como “el cierre del fracasado socialismo del siglo XXI” y auguró la reinserción de Bolivia “en el mundo libre”.
Desde Paraguay, Chile, Panamá, Ecuador y Perú llegaron mensajes que destacaron la madurez democrática del proceso y la posibilidad de recomponer las relaciones bilaterales.
Incluso el presidente saliente Luis Arce felicitó a su sucesor y garantizó una transición ordenada, gesto inusual en la política boliviana reciente.

El respaldo de figuras como María Corina Machado, Henrique Capriles, José Raúl Mulino, Daniel Noboa y el presidente del Banco de Desarrollo de América Latina (CAF) refuerza la percepción de que Bolivia abandona el eje bolivariano para integrarse a un nuevo bloque liberal-democrático que incluye a Argentina, Ecuador y Panamá, con apoyo explícito de Estados Unidos.

Este giro reposiciona a La Paz en el tablero regional de bastión populista a aliado de la institucionalidad democrática.
La elección de 2025 puede ser vista, entonces, como un punto de inflexión en el continente: Latinoamérica empieza a pasar la página del populismo y del radicalismo ideológico.

Bolivia vuelve al mundo

Bolivia inicia un nuevo capítulo.
Tras veinte años de hegemonía del MAS, el país retoma el camino del pluralismo, la apertura y el Estado de Derecho.
El desafío será inmenso: reconstruir instituciones, estabilizar la economía y recuperar credibilidad internacional.

Pero la señal es poderosa.
El pueblo boliviano eligió libertad sobre tutela, transparencia sobre propaganda y democracia sobre populismo.
Rodrigo Paz asume la presidencia en un momento histórico, con la oportunidad de convertir a Bolivia en el símbolo de una nueva etapa continental: el renacimiento democrático en el corazón de Sudamérica.

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Autor: Fernando Vaccotti

Former Field Security Officer OIM AMCA Venezuela. Consultor Privado en FV Consulting. Experto en Seguridad Internacional. Security Consulting Services & Solutions. Consultor Experto en Seguridad WFP (Programa Mundial de Alimentos ONU). Field Security Officer en OIM ONU -Migración. Soluciones en Seguridad Multidimensional. Pensando soluciones fuera de la caja. Out of box thinking.

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