Por Fernando Vaccotti
Aclaraciones de términos y nombres
La mafia albanesa suele ser englobada dentro del término más amplio “mafias balcánicas” pero no son exactamente lo mismo.
He aquí algunas diferencias conceptuales a tener en cuenta para una mejor comprensión.
La Mafia albanesa, núcleo de este artículo, se refiere específicamente a las redes criminales originarias de Albania y de la diáspora albanesa en Kosovo, Macedonia del Norte, Montenegro, Suiza, Italia, Reino Unido, España y América Latina. Tiene una identidad étnica y estructura clánica (fis) muy marcada, basada en códigos tradicionales como el Kanun (honor, venganza, lealtad familiar).

Su liderazgo es más cerrado y vertical, con fuerte cohesión interna y una red internacional centrada en narcotráfico, tráfico de armas, trata de personas y lavado de activos.
Las “Mafias de los Balcanes” (o mafia balcánica), es un término geopolítico y criminal más amplio, que incluye a las organizaciones de Serbia, Montenegro, Bosnia, Macedonia del Norte, Croacia, Bulgaria y Albania. Es un “paraguas” que abarca distintos grupos con raíces en los conflictos de los años ‘90, redes militares desmovilizadas, contrabandistas y estructuras post-guerra que hoy cooperan o compiten entre sí.
En la práctica, la mafia albanesa es la más dominante y globalizada dentro de este conjunto, por eso muchas veces se usa “mafia balcánica” como sinónimo, aunque técnicamente no lo sea.
En el ámbito internacional los informes de Europol, UNODC y GAFILAT suelen hablar de “Balkan Organized Crime Groups (BOCGs)”, dentro de los cuales los albaneses lideran la cadena logística de cocaína en Europa, conectando Sudamérica (Colombia, Ecuador, Brasil) con puertos europeos (Rotterdam, Hamburgo, Durres).
En medios y OSINT, se usa a menudo “mafia balcánica” por simplificación periodística, pero los servicios de inteligencia y análisis criminal distinguen la red albanesa como núcleo operativo principal.


Además, un informe especializado señala que Uruguay “no deja de estar en la lupa de las agencias internacionales” por su rol en esquemas de acopio y envío de cocaína vinculados a mafias albanesas y calabresas.
El reporte señala que la droga tenía como destino un país del Este europeo. Más recientemente, durante 2023 hubo reporte de que una organización de los Balcanes -con “metodología drop-off”* para transportar cocaína desde Uruguay hacia Europa- habría estado entrenando a uruguayos.
La Mafia Albanesa

Un relativamente nuevo jugador en el tablero criminal global
Latinoamérica vive una mutación profunda en su arquitectura criminal. A la tradicional hegemonía de los cárteles mexicanos y colombianos, las redes brasileñas y las organizaciones andinas, se suma hoy una nueva fuerza transnacional que opera con precisión quirúrgica, bajo un bajo perfil mediático, pero con una eficiencia económica que ha alterado el mapa del narcotráfico mundial y es la mafia albanesa.
Desde Ecuador hasta México, pasando por Brasil, Perú, Chile y los puertos del Cono Sur, las redes balcánicas han logrado lo que muchas estructuras locales no pudieron, penetrar la cadena de suministro de la cocaína desde la fuente hasta el consumidor europeo, prescindiendo de intermediarios. En silencio, pero con la lógica de un holding global, la criminalidad albanesa ha consolidado una posición clave en la logística, el transporte marítimo, el lavado financiero y las alianzas estratégicas con actores latinoamericanos.
No se trata de un grupo folklórico ni de una pandilla improvisada: hablamos de una estructura transnacional que opera bajo un modelo empresarial, diversificado y federado, con presencia en más de veinte países, articulando flujos ilícitos de drogas, dinero, armas y personas.
Génesis y mecánica portuaria del crimen albanés
Cómo nace y por qué se transformó en actor transnacional.
La mafia albanesa no surge como una «nueva pandilla» sino como el subproducto de una transición política y económica traumática tras el derrumbe del Estado comunista, la desarticulación de controles institucionales y la conversión abrupta de economías planificadas en mercados sin reglas claras. En ese vacío, emergieron redes que combinaron prácticas tradicionales de lealtad local con un pragmatismo criminal moderno.
No hablamos de un monolito si no de clusters familiares y empresariales que aprendieron a operar fuera del territorio y dentro del comercio global. La lealtad se sostiene por lazos de sangre, origen geográfico y una reputación de eficacia. Esa eficacia – más que la fuerza bruta- fue la que les permitió negociar con otros actores criminales (italianos, neerlandeses, británicos) y, con el tiempo, prescindir de ellos. Así se transforma la organización de actor local a broker logístico y financiero que compra, mueve y vende mercancías ilícitas al por mayor, con el menor margen de visibilidad posible.
Transformación táctica del clan al holding criminal
La evolución ha sido muy clara pasando del control territorial a la dominación de los flujos. En vez de patrullar barrios, sus operadores controlan líneas marítimas, consignatarios, transitarias y redes financieras. El resultado es un modelo híbrido compuesto por nodos autónomos (clanes) que funcionan como filiales, compartiendo capital, inteligencia y rutas cuando conviene, pero operando con independencia táctica. Esa descentralización es su gran fortaleza operativa y existencial ya que cuando un nodo cae, otros continúan la operación con mínima fricción.
Su estrategia está basada en controlar puertos, no plazas.
La lógica del actor moderno es simple y brutalmente eficaz, no se conquista territorio; se conquista logística.
Controlar puertos, estibadores, empresas de transporte y agentes de aduana significa dominar el eslabón más vulnerable y menos visible del comercio internacional. Desde esa posición, la organización impone costes de transacción favorables: asegura la salida de toneladas de cocaína, facilita lavado de activos y diversifica hacia otros flujos ilícitos (armas, especies, contrabando de alto valor).
La mecánica del contenedor como arma logística y la anatomía del contrabando marítimo.
El contenedor es hoy la “caja negra” del comercio global y el narcotráfico marítimo. La fortaleza del sistema –volumen, estandarización, trazabilidad digital– se convierte en su vulnerabilidad. Las mafias albanesas lo entendieron antes que nadie: manipular un contenedor no requiere violencia, sino acceso y conocimiento.
Origen y compra: cocaína adquirida en Colombia, Perú o Bolivia, con financiamiento europeo. Inserción logística: contaminación en puertos como Guayaquil, Callao o Santos.
Tránsito: rutas Pacífico–Atlántico con transbordos en el Cono Sur (Montevideo, Buenos Aires, San Antonio).
Extracción: puertos europeos con complicidad interna (Rotterdam, Vigo, Pireo).
Lavado: ganancias recicladas mediante sociedades offshore y bancos intermediarios en los Balcanes y Emiratos Árabes.
Técnicas más comunes
«Rip-on/Rip-off»: apertura en tránsito para introducir o extraer droga; requiere insiders. «Parasite smuggling»: buceadores o dispositivos subacuáticos colocan paquetes en la quilla o en ductos del buque. Contaminación interna: mezcla en pallets o cajas con doble fondo. Precintos clonados: duplicación de sellos oficiales. Puertos limpios y reexportación: uso de terminales con “buena reputación” para legitimar contenedores contaminados.
Cooptación y corrupción
El modelo depende de insiders: estibadores, funcionarios aduaneros, inspectores, capataces. La lealtad se compra, se hereda o se impone. En algunos puertos latinoamericanos -Ecuador, Brasil, Argentina- la infiltración es estructural, no incidental.
Más allá de la droga
Las mismas técnicas sirven para contrabandear oro, armas, fauna, obras de arte o personas. El contenedor no distingue entre mercancías, es la infraestructura perfecta del crimen global.
América Latina: el laboratorio del nuevo poder criminal
Ecuador: la puerta del Pacífico
Ecuador es hoy el principal laboratorio operativo de la mafia albanesa. Desde Guayaquil, el puerto más contaminado de Sudamérica, parten contenedores de banano y camarón hacia Europa con cocaína incrustada en la cadena de frío. Las operaciones “Balkans” y “Los Blancos” revelaron la profundidad de la infiltración: empresas fachada, agentes aduaneros sobornados y vínculos con redes locales.
México: la convergencia del crimen global
En México, la mafia albanesa ha optado por la cooperación estratégica. Negocia directamente con Sinaloa y CJNG, asegurando transporte marítimo y lavado financiero. Prefieren actuar en Manzanillo, Veracruz y Lázaro Cárdenas, puertos de alto valor logístico.
Brasil, Chile, Argentina y Uruguay: el frente sur
El Atlántico Sur es el nuevo teatro del crimen global. En Santos, Valparaíso, Buenos Aires y Montevideo, las mafias albanesas operan en silencio, aprovechando puertos con baja sospecha y altos volúmenes de exportación. Uruguay, con su reputación de «puerto seguro«, aparece como trampolín de reexportación hacia Europa. Las incautaciones recientes de cocaína en Montevideo (más de 2 toneladas) confirman esa tendencia.
El modelo albanés: crimen corporativo sin rostro
A diferencia de los carteles latinoamericanos, la mafia albanesa no exhibe poder ni territorio. Opera bajo una racionalidad empresarial.
No busca visibilidad, sino control logístico. Prefiere la corrupción administrativa antes que la violencia. Usa criptografía, empresas pantalla y circuitos financieros paralelos. Mantiene un sistema de clanes descentralizados con autonomía táctica.
Es una corporación criminal global con valores financieros y de gestión: rentabilidad, eficiencia, anonimato.
Consecuencias geopolíticas y criminales para LAC
El desembarco albanés en América Latina implica la consolidación de una nueva clase criminal sin ideología, sin bandera, pero con estructura empresarial.
Esta presencia altera el equilibrio criminal, potencia la corrupción institucional y erosiona el control estatal sobre los puertos. Además, genera un fenómeno nuevo, la competencia asimétrica entre mafias locales y actores globales con superior poder financiero.
Si la tercera ola del crimen organizado describía el ascenso de estructuras híbridas y paramilitares, la presencia albanesa anticipó la cuarta ola, aquella donde la guerra no se libra por territorio, sino por la logística del mercado.
El enemigo silencioso
La mafia albanesa no necesita ejércitos. Su campo de batalla es el sistema comercial global, y su arma, el contenedor.
Conquistó América Latina sin derramar sangre visible, simplemente comprando acceso, logística y tiempo. Su dominio no es territorial: es económico y estructural.
El reto para los Estados latinoamericanos es mayúsculo: deberán decidir si continúan reaccionando o si comienzan, por fin, a anticipar.
Nota*:
¿Qué es el sistema drop-off?
El término proviene del inglés to drop off (“dejar caer”) y describe un método marítimo de trasbordo clandestino de droga en alta mar.
Consiste en dejar flotando o liberar contenedores, bultos o boyas cargadas de cocaína, que luego son recogidas por otras embarcaciones o redes logísticas en puntos preacordados del océano.
En otras palabras, no se descarga la droga en un puerto -se “suelta” en el mar, generalmente frente a las costas de Uruguay, Brasil, Paraguay o Argentina- y se recoge luego en mar abierto por embarcaciones menores o pesqueros “limpios”, que las llevan a buques de carga rumbo a África o Europa.

Fuentes
Europol / Eurojust: Cocaine Insights (2024) GI-TOC: Western Balkans and South America Connections (2025) OCCRP (2025): The Albanian Connection in Ecuador Americas Quarterly (2023): Ecuador’s Crime Wave and its Albanian Link InsightCrime (2024): Balkan Criminal Networks in Latin America Reuters, The Guardian, CSIS Reports Vaccotti, F. (2025): Bandas Criminales en Latinoamérica – Tomo II Blog: vaccottifer.com