Por Fernando Vaccotti
Una investigación propia que integra una entrega sobre crimen organizado en Brasil
En vista de los combates registrados esta semana en las favelas de Penha y Alemão, en Río de Janeiro, donde fuerzas de seguridad brasileñas volvieron a enfrentarse a un poder armado que desafía abiertamente al Estado, emerge la necesidad impostergable de clarificar qué es realmente el Comando Vermelho (CV).
No estamos ante un simple grupo delictivo, ni frente a un fenómeno exclusivamente urbano o marginal. Estamos frente a un actor criminal que opera en un mundo cada vez menos paralelo y más fusionado con las dinámicas políticas, económicas y territoriales de Brasil. Comprender su historia, su estructura y su influencia -así como su rivalidad estratégica con el PCC- es esencial para interpretar el presente y anticipar el futuro del crimen organizado en la región.
Estos enfrentamientos no son episodios aislados, son manifestaciones visibles de un proceso sostenido de construcción de poder criminal, donde la soberanía estatal es contestada, sustituida o negociada.
De COLINA y la insurgencia urbana al dominio del narco en Río (1970-2025)
En las turbulencias de la década del ´70, cuando Brasil atravesaba el período más duro de su dictadura militar, se incubó -dentro de las cárceles- una alianza inesperada que cambiaría para siempre la historia criminal de la región. Allí confluyeron militantes de izquierda armada, entre ellos miembros de la Comando de Libertação Nacional (COLINA), grupo guerrillero marxista-leninista que luego daría origen a la corriente que integró Marina Silva y en su momento se conectaría al VAR-Palmares— y delincuentes comunes que ya tenían experiencia en asaltos, contrabando y violencia callejera.
El punto de contacto fue la prisión de Ilha Grande, un microcosmos o ecosistema criminal donde convergieron ideología revolucionaria y pragmatismo criminal. El resultado fue el nacimiento de una organización híbrida: el Comando Vermelho (CV).
La lógica era simple:
- Los guerrilleros aportaban disciplina, organización, logística y una narrativa política.
- Los delincuentes aportaban territorialidad, coerción y cultura carcelaria.
El enemigo común eran el Estado represivo, la policía militarizada y las condiciones penitenciarias brutales. En ese contexto, el lema fundacional –“Paz, Justiça e Liberdade”– fue el puente entre la utopía revolucionaria y la realidad criminal. Era, en esencia, un proyecto insurgente carcelario que con el tiempo se desprendió por completo del componente ideológico, mutando en una organización de acumulación de poder y renta ilícita.
1970-1990: La expansión en las favelas y la guerra por Río
Con el retorno gradual a la democracia en los años ´80, el Comando Vermelho abandonó cualquier pretensión política y abrazó el narcotráfico como fuente de financiamiento y control territorial. Las favelas de Río se convirtieron en su ecosistema natural:
- Distribución de drogas
- Armamento pesado
- Control social
- Justicia paralela
El CV fue pionero en la idea de “Estado paralelo”, ofreciendo servicios, protección y empleo ilegal a las comunidades marginadas. La violencia escaló con la aparición de grupos rivales como el Terceiro Comando Puro (TCP) y más tarde el Amigos dos Amigos (ADA), generando una guerra urbana que ha marcado la vida de Río de Janeiro por cuatro décadas.
1990-2010: Profesionalización y militarización criminal
La globalización del narcotráfico, la conexión con carteles colombianos y luego con el PCC paulista transformaron la organización. El CV fortaleció sus brazos armados y consolidó rutas desde las fronteras amazónicas hasta los puertos del sudeste.
La respuesta del Estado brasileño fue errática y estuvo marcada por Operaciones policiales aisladas, Expansión de grupos parapoliciales y milicias y Políticas de “mano dura” sin inteligencia ni prevención.
El resultado fue una escalada sostenida de violencia, notablemente visible en los episodios de confrontación en Complexo do Alemão y Cidade de Deus.
2010-2025: la fragmentación, expansión regional y lógica de guerra híbrida crimina
En los últimos años, el Comando Vermelho experimentó una fase de fragmentación interna pero también de expansión regional, particularmente hacia la Amazonía, el noreste brasileño y países fronterizos como Bolivia, Paraguay y Colombia, vinculándose al tráfico de cocaína y armas.
Hoy, la estructura guerrillera-criminal brasileña opera bajo parámetros que podríamos definir como proto-insurgencia criminal:

Una lectura estratégica para Latinoamérica
Lo que comenzó en una cárcel en los años 1970 hoy representa uno de los ecosistemas criminales más complejos del continente. El Comando Vermelho es parte clave de la Tercera/Cuarta Ola del Crimen Organizado Transnacional (y en algunos nodos ya ingresando en una lógica de cuarta ola, con sofisticación financiera, guerra híbrida y penetración institucional).
Brasil no es un caso aislado: es un espejo adelantado.
La evolución del Comando Vermelho explica -y anticipa- fenómenos violentos que ya vemos en Ecuador, Paraguay, Chile y Uruguay, donde el narco no “aterriza”: se incrusta, captura nodos estatales y disputa legitimidad social.
Algunas preguntas que han surgido en la última semana:
¿Es más grande el Comando Vermelho (CV) que el Primeiro Comando da Capital (PCC)?
No, los datos más confiables indican que el PCC supera al CV en escala, presencia y capacidades logísticas.
Evidencias:
- Según análisis oficiales británicos: “Las mayores organizaciones criminales de Brasil son el PCC (São Paulo) y el CV (Río de Janeiro)”.
- Wikipedia recoge que el CV sigue siendo “la segunda mayor organización criminal en Brasil detrás del PCC”.
- Brookings señala que el PCC “ha tomado el control en muchas partes de Brasil” frente al CV.
Por tanto, parece quedar claro que el PCC es la facción dominante a nivel nacional brasileño, mientras que el CV es muy grande, potente, pero en una posición algo secundaria frente al PCC.
¿Tiene nexos el CV con el Partido dos Trabalhadores (PT)?
La respuesta es más difusa ya que si bien no hay evidencia sólida pública de una alianza formal entre el CV y el PT, pero sí se observa un entorno de colusión estructural, penetración criminal-política y vulnerabilidad institucional que hace plausible la existencia de vínculos locales o funcionales, tomando en cuenta un hilo vinculante políticamente ideológico asociado a la génesis de izquierda del CV.
Dinámica realista
Más que una “alianza política criminógena clásica”, en general hoy vemos en Brasil que existen dinámicas de :
- Captura territorial
- Penetración del voto comunitario bajo coerción o dependencia
- Relaciones clientelares locales
- Estados paralelos en favelas con legitimidad social — o por miedo
Esto no implica alineamiento ideológico, sino intercambios funcionales y pragmáticos en ecosistemas donde las organizaciones criminales ejercen formas de gobierno y “soberanía alternativa”.
Lo que sí se conoce:
- Un artículo de la AEI señala que el PT “tiene un problema emergente con el crimen organizado” y menciona “conexiones inexplicadas” con la mayor facción del crimen brasileño (no especifica claramente que sea el CV, sino en general al orden criminal).
- Las investigaciones sobre crimen organizado en Brasil muestran que tanto CV como PCC ejercen control territorial en zonas con débil Estado, logrando colaboraciones locales, elecciones municipales, clientelismos, etc.
- Entonces, más que una relación formal partido-mafias, lo que hay es un escenario de “captura del Estado” o “infiltración criminal” en los niveles locales: clientelismo de favela, financiamiento electoral indirecto, tolerancia policial-estadual, etc.
- El Comando Vermelho controla favelas donde el Estado municipal tiene poca presencia, lo que crea vacíos que partidos pueden explotar o ser capturados.
- La mayor dimensión del PCC lo hace más relevante en términos de rutas internacionales, redes de lavado, expansión regional; el CV está muy fuerte en Río de Janeiro e importantes zonas, pero su dominio es más regionalizado.
- Su crecimiento y auge se enmarca dentro de lo que llamamos “tercera/cuarta ola del crimen organizado transnacional” ya que este tipo de relaciones híbridas (mafias-política) son características de esa ola.
Lectura estratégica para la región
Este debate por tanto resulta clave para interpretar la Tercera y Cuarta Ola del Crimen Organizado Transnacional:
- Hibridación crimen-política-territorio
- Captura de segmentos del Estado
- Cooptación social en zonas vulnerables
- Violencia como herramienta de gobernanza
- Proyección transnacional de economías ilícitas
El CV y el PCC son hoy actores de poder, no meras bandas. En el caso del PCC, su expansión continental lo aproxima a la lógica de holding criminal global con estructura, logística y comando unificado.
«No se trata de partidos al servicio de mafias, sino de mafias ocupando vacío estatal y capturando política desde abajo».
Dimensiones comparativas
Aunque el CV fue precursor del modelo de narco-insurgencia urbana en las favelas de Río de Janeiro, hoy el consenso técnico-criminal y los estudios recientes coinciden en que el PCC supera al Comando Vermelho en escala, cohesión, capacidad logística y control de rutas internacionales.
| Dimensión | Comando Vermelho (CV) | PCC |
|---|---|---|
| Origen | Híbrido político-criminal (COLINA + criminales) | Respuesta carcelaria post-Carandiru |
| Modelo | Control territorial + poder armado + presencia social | Empresa criminal transnacional + disciplina militar |
| Base principal | Río de Janeiro | São Paulo y redes interestatales |
| Expansión | Regional y fronteras amazónicas | Continental (Paraguay, Bolivia, frontera Argentina, rutas al Atlántico) |
| Cohesión | Fragmentación interna recurrente | Alta cohesión — “estatuto criminal” |
En términos geopolíticos, el PCC representa hoy la máquina criminal más estructurada de Sudamérica, mientras que el CV mantiene musculatura armada, arraigo territorial y vocación insurgente-urbana.
Un presente complicado
Queda demostrado por los hechos que el Comando Vermelho no es solo una banda.
Es un laboratorio criminal continental nacido entre militancia radical y marginalidad violenta, que entendió antes que los Estados que:
«el poder no se disputa solo con armas, sino con territorio, economía y legitimidad social».
Hoy, su historia es una advertencia, cuando el Estado abandona espacios, el crimen los ocupa, los gobierna y los defiende.