Alcaldes asesinados, fiscales atacadas y candidatos ejecutados: el crimen organizado como actor político en Latinoamérica
Por Fernando Vaccotti
Cuando el crimen deja de desafiar y comienza a gobernar
El asesinato del alcalde de Uruapan, Carlos Alberto Manzo Rodríguez, abatido en un acto público pese a tener custodia federal reforzada desde 2024, no es un episodio aislado en México.
Manzo Rodríguez fue asesinado durante un acto público con motivo del Día de Muertos.
El ataque tuvo lugar en la noche del 1 de noviembre de 2025. Según informes oficiales, Manzo había contado con protección federal desde diciembre de 2024, la cual fue reforzada en mayo de 2025. A pesar de ese esquema de seguridad, los agresores aprovecharon un evento público para asesinarlo. El arma utilizada se vinculó a enfrentamientos entre grupos criminales que operan en la región.
Es una señal más de una tendencia profunda y continental: el crimen organizado ya no solo disputa territorios, disputa poder político y capacidad de gobernar.
Que un alcalde, con protección del Estado mexicano, sea ejecutado frente a su comunidad en plena ceremonia tradicional revela de forma brutal la etapa en la que se encuentra nuestra región.
Es la más clara evidencia de un patrón continental: el crimen organizado ha roto cualquier límite y está ejecutando una estrategia de captura territorial, política y social en Latinoamérica.
No estamos frente a un delito común. Estamos ante un acto político criminal, una demostración de soberanía paralela.
El crimen no se oculta. No opera en sombras.
Se muestra, se impone y castiga al que intenta gobernar sin su permiso.
Una frase resume el momento latinoamericano:
Cuando matar a un alcalde protegido es viable, gobernar se vuelve una ficción frágil.
México – alcaldes asesinados, incluido el caso Manzo en Uruapan, con territorios como Michoacán, Guerrero, Oaxaca y Veracruz bajo presión criminal sistemática.
Un fenómeno regional, una disputa abierta por el poder.
El caso Manzo encaja en una secuencia continental donde las organizaciones criminales intervienen la política a balazos. Algunos casos y nombres recientes incluyen pero no se terminan con los siguientes:
Ecuador – asesinato del candidato presidencial Fernando Villavicencio; — asesinato del alcalde de Manta, Agustín Intriago; — atentado contra el convoy del presidente Daniel Noboa; — carros bomba en Guayaquil como mecanismo de terror narco.
Colombia – amenazas y ataques contra figuras como Miguel Uribe(asesinado en acto público con custodia) ; carros bomba en Cali vinculados a disidencias y estructuras criminales.
Uruguay – atentado para asesinar? a la fiscal de corte subrogante Mónica Ferrero, golpe directo a la institucionalidad judicial.
Paraguay / Brasil – asesinato del fiscal antimafia Marcelo Pecci, ejecutado por redes transnacionales durante su luna de miel.
Brasil – avance militarizado del PCC y Comando Vermelho en zonas urbanas y rurales, desafiando el monopolio estatal de la fuerza.
Haití – asesinato del presidente Jovenel Moïse, operación compleja con participación criminal transnacional y mercenaria.
Y fuera de la región pero ahora tenido en cuenta para este análisis, el asesinato de Charlie Kirk en USA en un acto público.
No hablamos de violencia dispersa, hablamos de una ofensiva estratégica contra el Estado y su legitimidad.
Quienes sostienen que esta violencia es “local” o “excepcional” no está leyendo el mapa criminal del continente. No está entendiendo la tercera ola del crimen trasnacional – y en algunos países ya la cuarta- donde los grupos armados criminales no solo desafían al Estado: lo reemplazan, lo infiltran, lo humillan, y lo ejecutan públicamente cuando quiere enviar mensaje.
La mutación criminal, de economía ilícita a proyecto político
El crimen trasnacional latinoamericano evolucionó
| Etapa | Objetivo |
|---|
Proto-Estado criminal | Reemplazar al Estado
Narco-economía | Ganar dinero
Narco-territorio | Controlar zonas
Narco-gobernanza | Capturar instituciones
Hoy transitamos la etapa 3 avanzando hacia la 4.
Estas organizaciones ya no buscan cooptar funcionarios para facilitar negocios.
Buscan definir quién gobierna y cómo.
Toman decisiones, imponen castigos, regulan economías locales, administran justicia, cobran impuestos, establecen orden social.
Son, en términos prácticos, entidades para-estatales.
Municipios: la primera línea de fuego de esta guerra silenciosa
Michoacán es una de las entidades donde el crimen organizado tiene fuerte presencia, especialmente con actividades de cárteles, lo que hace que la labor municipal sea de altísimo riesgo. El hecho de que el alcalde asesinado tuviera protección desde diciembre de 2024 y aún así fuera atacado evidencia la vulnerabilidad real que tienen las autoridades locales ante grupos criminales. Este suceso se inserta en una tendencia más amplia de violencia política y ataques a alcaldes en México. Por ejemplo, en el sexenio actual ya se registran varios ediles asesinados.
La batalla se está dando en los gobiernos locales, donde convergen:
Presupuesto público vulnerable Policía comunitaria presionada o infiltrada Infraestructura crítica sin protección adecuada Necesidad social urgente y manipulable Poca capacidad de respuesta estratégica.
Hoy es un ecosistema criminal híbrido:
Cárteles operando como empresas armadas Subestructura social cooptada o intimidada Municipios penetrados por intereses criminales Imposibilidad del Estado de garantizar protección efectiva
El asesinato de un alcalde en México, la ejecución de un alcalde en Ecuador, el ataque contra una fiscal en Uruguay, el intento de asesinar a un presidente electo —no son excepciones: son nodos de un patrón.
El crimen está interviniendo la política. Esto no es una “ola delictiva”. Es la disputa por el poder real en Latinoamérica.
Lo que se ve
Captura institucional progresiva; terror selectivo para disciplinar élites e intimidar comunidades; capacidad militar creciente; Inteligencia financiera y logística a escala global; expansión hacia economías legales y estatales; Narrativa social de legitimación (“nosotros damos orden”).
El resultado es claro: zonas donde el Estado es decorativo y el crimen es gobierno.
La advertencia que este asesinato grita
Cuando un alcalde, un fiscal o un candidato cae, no muere un individuo: cae una parte del Estado.
Y cada parte que cae es reemplazada por el crimen.
Hoy, en muchas zonas del continente, la autoridad oficial ya no es la autoridad real. No es exageración. Es diagnóstico. Y el continente lo está viendo en vivo.
Entonces, Latinoamérica enfrenta su momento definitorio o los Estados recuperan territorio, legitimidad y capacidad coercitivo, o ingresamos de lleno en la era de los proto-Estados criminales consolidados.
La pregunta no es si el crimen quiere poder.
La pregunta es si nuestra región está dispuesta a recuperarlo.