Por Fernando Vaccotti
En la madrugada en que Luis Fernández Albín fue detenido en Buenos Aires, algo se quebró en el mapa criminal del Río de la Plata. No porque Fernández Albín haya sido una sorpresa -en Bandas Criminales Tomo I y II lo describimos como una pieza clave en la mutación del narcotráfico uruguayo hacia estructuras más cerradas, más discretas y más profesionalizadas-sino porque su detención expuso con crudeza el verdadero problema: la región combate a grupos transnacionales con estructuras del siglo pasado.
No se trata solo de un narco, de una “captura de alto valor” o de la foto policial del día.
Se trata de un espejo.
Y lo que refleja es inquietante.
El Clan Albín: del barrio a la logística internacional
En mi artículo “Bandas uruguayas y narcotráfico: anatomía de un ecosistema que mutó” ya analizábamos el patrón:
Uruguay pasó de tener microbandas territoriales -como los restos del clan del Betito Suárez- a estructuras con capas logísticas más sofisticadas, alianzas externas y un pie sólido en los mercados mayoristas.
Fernández Albín encarna esa transición:
- Doble ciudadanía argentino-uruguaya — movilidad discreta en Buenos Aires.
- Capacidad logística — clave para sacar cocaína por el mar.
- Vínculo con Sebastián Marset — proyección regional, acceso a rutas y brokers.
- Control del mercado interno uruguayo — desde la sombra, sin exposición mediática.
La Policía y Fiscalía uruguayas lo sabían desde hace años.
Pero sin articulación regional, la pieza faltaba.
La detención confirma lo que venimos escribiendo desde hace tiempo:
Uruguay no produce cocaína, pero produce logística. Y la logística es poder.
Un sistema diseñado para perder: burocracia vs. crimen transnacional
La fiscal Angelita Romano contó en el seminario del Mercosur un ejemplo que lo resume todo:
conseguir un simple teléfono incautado a un narco argentino detenido en Uruguay llevó meses.
- Cadena de custodia.
- Trámites diplomáticos.
- Registros duplicados.
- El teléfono va, el teléfono vuelve.
- Y mientras tanto, las bandas mueven toneladas.
En Bandas Criminales Tomo II lo describo así:
“Para el crimen organizado, las fronteras son líneas imaginarias. Para los Estados, son murallas burocráticas irreconciliables.”
Esto es exactamente eso lo que quedó al desnudo con el caso Fernández Albín.
La Agencia Regional: un paso histórico… con 30 años de atraso
Por primera vez en décadas, Uruguay, Argentina y Paraguay admiten algo básico:
no se puede combatir a organizaciones transnacionales con sistemas nacionales aislados.
La propuesta de crear una Agencia Regional Especializada Antinarco, con fiscalías y juzgados de alcance transfronterizo, es disruptiva.
Es tardía, sí.
Pero es vital.
Lo dijo sin rodeos Juan Rodríguez Reina, exdirector de Investigaciones:
“Lo que se piensa y lo que se dice en los foros no coincide con lo que se hace. En cinco años, si no se actúa, seguiremos diciendo lo mismo.”
Es una sentencia que podría estar en cualquier capítulo de Narcotráfico en Uruguay:
la región diagnostica, describe, teoriza… pero actúa tarde.
Una región sitiada: la tercera y cuarta ola del crimen organizado
Desde hace más de una década sostengo en mis clases, en mis programas e intervenciones en radio y streaming como El OJO y en mis libros, que Latinoamérica vive una mutación profunda:
una Tercera/Cuarta Ola del Crimen Organizado Transnacional, basada en:
- Hibridación política-criminal
- Financiamiento transnacional
- Control territorial selectivo
- Violencia quirúrgica y ejemplificadora
- Infiltración institucional
El foro del Mercosur lo confirmó de manera dramática.
La región convive con:
- el PCC (Brasil): 40.000 miembros, proyección continental.
- el Comando Vermelho: expansión hacia el Cono Sur.
- el Tren de Aragua: capacidad de replicar células en 7 países.
- Los Monos (Rosario): descritos como una “pyme criminal” comparados con los anteriores.
- el Cartel de Sinaloa y el Cartel Jalisco Nueva Generación, ambos de México pero con alcance cuasi global
- más todo el entramado de la conexión interbandas de Ecuador, Perú, Colombia, El Salvador, las mafias albanesas y la siempre discreta mafia china.
Estos grupos están a pocos kilómetros de Uruguay. Algunos ya desplegaron satélites dentro de nuestras fronteras.
Decir que no están presentes es ingenuo.
Decir que no tienen redes es irresponsable.
Uruguay: un mapa criminal que dejó de ser minorista
En el borrador de mi libro Narcotráfico en Uruguay lo detallo por zonas:
Montevideo
- Oeste: herencia del Betito Suárez, ahora fragmentado pero activo.
- Cerro–Casabó–Pajas Blancas: expansión de redes mixtas familiares y microcélulas logísticas.
- Paso de la Arena: territorios permeables al narcomenudeo, pero con salida fluvial.
- Malvín Norte–Punta de Rieles: clusters más recientes, conectados a redes externas.
Interior
- Paysandú–Salto: frontera caliente, cada vez más disputada.
- Rivera–Santana do Livramento: penetración histórica del narcotráfico brasileño.
- Colonia–Carmelo: rutas fluviales discretas.
- Rocha–Canelones–San José: nodos mixtos de acopio y transporte.
Uruguay nunca fue ajeno.
Nunca fue “isla”.
Solo fue discreto.
La captura de Fernández Albín no es el final: es el síntoma
La historia reciente tiene otro ángulo que ayuda a entender la dimensión del personaje. Fernández Albín no estaba solo “en el radar”: estaba directamente vinculado – según múltiples líneas de investigación – al cargamento de cocaína incautado a comienzos de este año, una operación que expuso un circuito logístico mayor que unía Uruguay, Argentina y puertos de salida hacia África Occidental.
Ese golpe operativo, presumiblemente gestionado por Fernández Albín en coordinación con Marset, desencadenó una represalia criminal de alto impacto. Meses después, la fiscal de estupefacientes subrogante Mónica Ferrero fue víctima de un atentado que estuvo a centímetros de convertirse en un magnicidio, un mensaje inequívoco del nivel al que ha escalado el crimen organizado: golpear al Estado en su columna vertebral judicial cuando toca los intereses del mercado mayorista de cocaína.
Desde entonces, la presión investigativa sobre Fernández Albín aumentó, y su captura en Buenos Aires es, en buena medida, la consecuencia directa de aquella secuencia: incautación, represalia, y finalmente la caída de uno de sus operadores logísticos más discretos.
Su detención demuestra que:
- La coordinación Uruguay–Argentina funciona cuando logra sortear los candados burocráticos.
- Las bandas uruguayas han alcanzado un nivel de soporte logístico internacional inédito.
- El crimen organizado ya no necesita controlar el barrio: necesita controlar la ruta.
- Uruguay dejó de ser solo territorio de paso: es territorio de operación.
Y lo más importante:
la región empieza a entender que el problema dejó de ser policial y pasó a ser político.
Lo dijo el diputado argentino Fernando Iglesias en el reciente foro realizado en Montevideo:
“Estamos pasando de un problema judicial a un problema político porque hay afectación directa al Estado democrático.”
Coincide con lo que vengo sosteniendo desde hace años:
los Estados de Latinoamérica están siendo empujados hacia modelos híbridos, infiltrados y sometidos por organizaciones criminales con poder financiero, militar y territorial.
El mensaje de fondo: la información es el arma estratégica del siglo XXI
El foro del Mercosur cerró con una idea tan simple como revolucionaria:
Sin información no hay combate.
No hay caso, no hay condena, no hay inteligencia.
Y hoy, las bandas tienen más información, más rápido y con menos límites que los Estados.
Una Agencia Regional con intercambio ágil, seguro y sin fronteras judiciales sería la primera herramienta real para equilibrar el tablero.
No es una opción.
Es una necesidad existencial.
Entre el Río de la Plata y el Amazonas, la guerra ya empezó
La captura de Fernández Albín no cambia el mapa criminal.
Lo revela.
Muestra que Uruguay es parte de un ecosistema mucho más grande, mucho más violento y mucho más sofisticado que cualquiera de nuestras instituciones nacionales aisladas.
Muestra que la región despertó tarde.
Pero despertó.
Y que por primera vez en treinta años se menciona lo que muchos venimos planteando en seminarios, foros, libros y análisis: sin una arquitectura regional, no hay victoria posible.
Fuentes y referencias
- Diario El Observador – Nota de Natalia Roba sobre la detención de Luis Fernández Albín
- Diario El País, La Diaria, La República – coberturas sobre bandas criminales uruguayas
- Entrevistas de Lucas Silva en La Diaria y Gabriel Pereyra en La Mira y Yunta tv sobre narcotráfico y mutación criminal
- Bandas Criminales en Latinoamérica (Tomo I y II), de Fernando Vaccotti
- Narcotráfico en Uruguay (manuscrito / borrador)
- Artículo “Bandas criminales y narcotráfico en Uruguay”, en vaccottifer.com
- Seminario “Agenda antimafia del Mercosur”, sede Mercosur, noviembre 2025
- Declaraciones de la fiscal Angelita Romano y el Comisario General Juan Rodríguez Reina
- Datos comparativos de criminalidad en Brasil, México, Argentina y Uruguay
- Marco conceptual de la Tercera/Cuarta Ola del Crimen Organizado Transnacional