La guerra que sigue en movimiento en el Caribe y el Pacífico
Por Fernando Vaccotti
Resumen Ejecutivo
Pese al incremento del poder naval estadounidense en el Caribe y en el Pacífico oriental, los envíos de cocaína hacia Estados Unidos no se han detenido. Desde septiembre de 2025, la Casa Blanca ha intensificado una estrategia de interdicción letal, ejecutando 22 ataques, destruyendo 23 embarcaciones y dejando un saldo de 87 muertos. La narrativa oficial sostiene que estas naves pertenecían a organizaciones narco-terroristas vinculadas a Venezuela y al Crimen Organizado Transnacional (COT) encarnadas por el Cartel de los Soles.
Sin embargo, paralelamente, las autoridades latinoamericanas registran incautaciones históricas, como las 7.1 toneladas decomisadas por la Armada colombiana esta semana. Más aún, la U.S. Coast Guard confirmó un récord sin precedentes, superando los 231.000 kilogramos de cocaína incautados en el año fiscal 2025.
La evidencia parecería ser contundente: hay más poder militar… pero también más droga moviéndose.
El cerco naval aumenta el costo táctico para los carteles, pero no altera la lógica económica, la resiliencia operativa ni la capacidad adaptativa que caracterizan a la “tercera y cuarta ola del crimen organizado transnacional”.
El cerco naval aumenta el costo táctico para los carteles, pero no altera la lógica económica, la resiliencia operativa ni la capacidad adaptativa
El dilema estratégico para 2026 es por lo tanto muy claro:
¿Puede el uso de la fuerza letal en el mar frenar un fenómeno que no es militar, sino económico, político y sistémico?
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Reflexiones introductorias
El Caribe ya no es simplemente una extensión de agua cálida. Hoy es un teatro militarizado: fragatas, drones MQ-9, helicópteros Apache y equipos de interdicción rápida patrullan rutas donde antes solo se deslizaban narco-lanchas invisibles. La ofensiva híbrida lanzada por Washington en septiembre – una combinación de operaciones navales, ataques aéreos y reglas de enfrentamiento expandidas – busca enviar un mensaje inequívoco: los mares serán un vector de presión estratégica para desarticular los flujos de cocaína que alimentan al mercado estadounidense.

Pero la realidad operativa demuestra otra cosa.
A pesar del poder militar desplegado, las organizaciones criminales siguen enviando cargamentos, ajustando rutas, incrementando el número de embarcaciones simultáneas y asumiendo pérdidas como parte del negocio. Los misiles impactan, pero el sistema criminal continúa en marcha.
La campaña estadounidense en números, poder naval, letalidad y algunas preguntas abiertas
Las operaciones de la US Navy en el teatro de operaciones del Mar Caribe desde septiembre de 2025 han cumplido con las diferentes etapas de proyección del poder naval: presencia, interdicción y operaciones militares en el terreno.
Así, se han registrado 22 ataques letales, 23 embarcaciones destruidas, 87 muertos, 1 desaparecido y 2 sobrevivientes en operaciones militares en el Caribe y Pacífico Oriental. La mayoría de los objetivos han sido embarcaciones menores, lanchas rápidas, go-fast y semisumergibles.
Washington sostiene que todas las embarcaciones destruidas estaban vinculadas a redes narcoterroristas que operan desde Venezuela (Cartel de los Soles) y Centroamérica. Sin embargo, no se han publicado pruebas concluyentes de cargamentos en todos los casos. Algunas ONGs y centros de análisis denuncian “posibles” violaciones al derecho internacional, especialmente en ataques a náufragos. Algunos pocos gobiernos latinoamericanos alineados ideológicamente con el antiguo movimiento en decadencia del “socialismo del siglo XXI” observan el despliegue como una intervención unilateral sin coordinación regional suficiente.
La pregunta – militar, legal y política- sigue abierta:
¿Hasta dónde se puede escalar antes de erosionar legitimidad internacional y apoyo regional?
Un Análisis de las incautaciones récord y persistencia del flujo criminal
EE.UU. supera los 231.000 kgs de cocaína incautados en 2025.
La cifra clave del año es esta: casi 510.000 libras de cocaína incautadas ≈ 231.000 kilogramos.
Es el mayor volumen de decomisos en la historia de la U.S. Coast Guard.

Esto incluye entre otros un único operativo con 28 toneladas descargadas en puerto Decenas de interdicciones en el Pacífico Oriental Operaciones combinadas con aliados latinoamericanos
Interpretación estratégica
Un decomiso récord puede significar dos cosas simultáneas:
1. Mayor capacidad operativa de EE.UU.
2. Aumento del volumen total de cocaína que se mueve en la región.
El COT opera bajo una lógica empresarial que nos indica que si pierden más cargamentos, envían más unidades simultáneamente para saturar el sistema de detección.
El dato estructural es claro y demuestra que si EE.UU. incauta 231 toneladas, es porque se están moviendo varias veces más.
Poder militar vs. resiliencia criminal
El crimen organizado transnacional funciona como un sistema distribuido, altamente adaptable y descentralizado y que cambia rutas, multiplica embarcaciones, diversifica actores, fragmenta la logística y absorbe pérdidas como costo operativo.
El resultado es una asimetría estratégica en la que EE.UU. aplica poder militar industrial, caro, visible y políticamente costoso. Los carteles aplican poder criminal flexible, barato y reemplazable.
Una lancha destruida no destruye la red.
El dato estructural es claro y demuestra que si EE.UU. incauta 231 toneladas, es porque se están moviendo varias veces más.
2026 y la posibilidad de una guerra marítima prolongada
La tendencia parece indicar que el año 2026 podría marcar las siguientes situaciones.
1. Intensificación del cerco naval.
2. Expansión de reglas de enfrentamiento Mayor presión sobre Venezuela Reconfiguración de rutas por Pacífico Sur y Atlántico Sur.
3. Incremento de alianzas criminales híbridas (maras, PCC, mafias venezolanas, ELN, disidencias FARC).
El riesgo estratégico es entrar en una espiral de militarización sin resultados estructurales, mientras el COT continúa operando a escala continental.
Qué nos dejan estos días
Los números cuentan una historia simple y brutal, hay más ataques, más muertos, más embarcaciones destruidas… y más cocaína moviéndose.
La cuarta ola del crimen organizado internacional en conjunto con los grandes operadores narcoterroristas también le ha entablado la guerra a la sociedad establecida y adquiere un tono paramilitar. Es una pulseada histórica.
El poder militar puede dominar un espacio físico.
El crimen organizado domina una economía ilícita.
Mientras no se altere esa ecuación de fondo, el Caribe y el Pacífico seguirán siendo escenarios de una guerra donde el mar cambia, pero la droga sigue corriendo.