En el primer año de Nayib Bukele como presidente, El Salvador ha visto una fuerte caída en las tasas de homicidios, que por mucho tiempo fueron astronómicamente altas.
Si bien el público celebra sus conocidas políticas de “mano dura”, el éxito podría deberse a un entendimiento discreto e informal entre las pandillas y el gobierno.
¿Por qué importa?
Reducir los homicidios por parte de las tres principales pandillas en uno de los países más violentos del mundo es una hazaña de gran importancia.
Pero las causas precisas de la disminución son complejas y a menudo poco claras.
Los recientes brotes de violencia de las pandillas y controversias políticas resaltan lo frágil y reversible que puede resultar este logro.
Qué se debería hacer?
Mantener la reducción de la violencia es clave.
El gobierno debería priorizar proyectos de desarrollo enfocados en la comunidad, la rehabilitación de los pandilleros encarcelados y estrategias policiales más sofisticadas, incluyendo más controles internos en las fuerzas de seguridad.
Si las pandillas mantienen los bajos niveles de violencia y cooperan con las autoridades durante la pandemia, Bukele debería considerar abrir canales de diálogos locales con estas
Informe de Crisis Group