Ofensiva en Ucrania
Introducción de Fernando Vaccotti.
El volumen de información que llega a través de todos los medios en relación al conflicto entre Rusia y Ucrania, o para explicarlo mejor al conflicto que se generó a raíz de la invasión militar de Rusia a Ucrania entrando ya en su primera semana de acciones bélicas, está plagado de detalles de armamento utilizado , armas que se pueden llegar a utilizar, despliegue militar, mapas, declaraciones cruzadas, apoyos de un lado y de otro. Todos los factores que rodean a un conflicto bélico a gran escala están presentes en esto que el mundo observa con gran expectativa e incertidumbre pues se trata de uno de alcance global. Por más que al comienzo del mismo y sobre todo desde el continente Latinoamericano los gobiernos estuvieron algo anestesiados en reaccionar al menos políticamente y expresar al menos su rechazo, el que no ha sido tan claro en algunos países de nuestra región, con alguna marcha atrás en la toma de posiciones y cambio de posturas que deberían haber sido hasta lógicas de países que están lejos de las realidades de poder enfrentar hasta mentalmente en el pensamiento de sus líderes la posibilidad de un conflicto de estas características, pareciera que en este momento están más claros los rechazos y los apoyos.
Una clave para entender un poco más la mentalidad de quiénes administran y en definitiva guían los destinos de los países, púede estar en el muy limitado conocimiento de la utilización del poder nuclear por parte de uno de los dos grandes poseedores y administradores del mayor arsenal nuclear en el planeta: USA y Rusia.
La guerra psicológica y la campaña de desinformación es tan grande como el efecto de las nuevas guerras ya entrando de lleno en esta y que se trata de la Ciberguerra* *(https://ladiaria.com.uy/mundo/articulo/2022/3/ciberataques-rusia-pasa-de-encabezar-ofensiva-digital-contra-ucrania-a-ser-el-pais-con-mas-ataques-dentro-de-su-territorio/?utm_ver).
Este factor ya considerado como un factor militar aceptado, está jugando un papel preponderante y generando efectos inmediatos sobre todo en Rusia, que ha sido objeto en una semana, de más de un millón de ataques reportados dentro de su territorio y dirigidos a paralizar o entorpecer el funcionamiento de sectores estratégicos.
Las sanciones aprobadas por la comunidad internacional también van impactando a Rusia y al resto del planeta y los precios de las commodities en especial del petróleo y de algunos alimentos básicos van a producir desestabilizaciones mayores en el corto plazo.
En todo caso va quedando claro entre otras reflexiones y evaluaciones de situación, que los servicios de Inteligencia estatales juegan un rol fundamental a la hora de una estrategia de la que siempre hablamos, la ANTICIPACIÓN.
Así como con el COVID-19, en dónde quedó clara la falta de preparación general y la capacidad de improvisación expuesta en su máximo nivel en la región, nuevamente el Conflicto de Rusia y Ucrania deja al descubierto las falencias de esos sistemas de Inteligencia, pues la región, salvo contadas excepciones, no estaba preparada para asumir esta » nueva-nueva» realidad.
Por eso, el arrojar un podo de claridad sobre el tema de la posibilidad de utilización de armas nucleares en este conflicto, una amenazas velada que ya ha realizado el mandatario ruso al comienzo del mismo, es interesante para comprender mejor un escenario posible y aterrador.
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Del diario EL País de España, por Andrea Rizzi
El presidente de Rusia, Vladímir Putin, ordenó el pasado 27 de febrero a los máximos responsables de Defensa rusos disponer las fuerzas nucleares “en un modo especial de servicio de combate”. La madrugada del día 24 de febrero, en la declaración con la que dio luz verde a la invasión de Ucrania, el mandatario lanzó la siguiente, poco velada, amenaza: “Quien pretenda obstaculizarnos debe saber que la respuesta de Rusia será inmediata. Y conducirá a consecuencias que no habéis afrontado nunca en vuestra historia”. Días antes del ataque, las Fuerzas Armadas rusas habían llevado a cabo maniobras con armamento con capacidad nuclear.
¿Qué supone técnicamente la orden impartida al ministro de Defensa y al jefe del Estado mayor? ¿Cuál es la lógica subyacente a la escalada retórica nuclear de Putin? ¿Está realmente dispuesto el mandatario ruso a ser el primero en volver a detonar un arma atómica para golpear a un enemigo desde Hiroshima y Nagasaki? La agitación de la amenaza nuclear por parte del líder de una superpotencia, la más inquietante en décadas, agrava profundamente la tensión desatada por la agresión rusa a Ucrania.
Los dirigentes occidentales, de momento, han reaccionado con contención. EE UU no ha incrementado sus niveles de alerta nuclear, y los mensajes oficiales condenan la escalada de Putin pero buscan transmitir tranquilidad. Una parte significativa de los expertos creen que la opción nuclear es tan delirante que no es plausible. “Todos sabemos que Putin es imprevisible, que hace cosas que nadie cree que haría, pero pienso que esto no es posible. Expondría a Rusia a unas consecuencias tremendas”, dice William Alberque, director de Estrategia, Tecnología y Control de Armas en el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IISS) de Londres.
Pero hay otros que discrepan. Francesca Giovannini, directora ejecutiva del Proyecto sobre la Gestión del Átomo del Belfer Center de Harvard, cree que, aunque no sea probable, la opción del recurso al arma atómica no debe descartarse con rotundidad. “Las circunstancias son muy complejas, y él está sometido a una enorme presión”, comenta.
No es posible conocer la disposición de fondo del alma de quien puede dar la orden de disparar, pero varios elementos de contexto ayudan a interpretar la situación. A continuación, algunos de ellos.
El significado técnico de la orden de Putin
La instrucción impartida por Putin el pasado domingo no encaja de forma clara en las categorías nucleares rusas conocidas en Occidente. Funcionarios gubernamentales y expertos señalan que no se corresponde a una nomenclatura estandarizada como los Defcon estadounidenses y coinciden en destacar que en cualquier caso no supone un estado máximo de alerta y constituye más bien un nuevo mensaje político.
El lunes por la noche, fuentes del Pentágono citadas por la agencia Reuters señalaban no haber detectado ningún movimiento fáctico relevante en materia de armamento. El ministro de Defensa ruso, Serguéi Shoigú, reportó al presidente Putin el lunes que se había implementado su medida y que en ese marco se había reforzado el personal en los puestos de mando nuclear, informa la agencia TASS. De tratarse solo de eso, sería una medida sustancialmente irrelevante.
Tanto Rusia como Estados Unidos —las dos principales potencias nucleares— siempre tienen listo para el uso un porcentaje de sus arsenales. Estos se componen de un segmento estratégico, de largo alcance, que cuenta como medios de entrega con misiles lanzados desde tierra (en silos o móviles), mar (en submarinos) o aire (en bombarderos); y un segmento táctico, de menor alcance, con cabezas nucleares de menor potencia. La capacidad disuasoria depende de la credibilidad de la respuesta, y por ello una parte del arsenal está en condiciones de ser usado con rapidez. El pasado mes de diciembre, el jefe del Estado Mayor ruso, Valeri Guerásimov, señaló que un 95% de los misiles de la fuerza nuclear estratégica rusa están constantemente listos para combate. El nivel de alerta puede incrementarse aumentando el número de cabezas cargadas en las lanzaderas, elevando el número de submarinos armados desplegados, etc. Pero, al menos de momento, no parecen haberse producido medidas de ese tipo.
La lógica de la escalada retórica
El razonamiento detrás de la escalada retórica de Putin es bastante evidente. “Lo que señala su mensaje es que quiere ganar esta guerra con Ucrania, teme que Occidente intervenga directamente y quiere asegurarse de que estemos fuera del conflicto”, comenta Alberque, que trabajó en la OTAN antes de incorporarse al IISS.
Los países occidentales han dejado claro que no tienen intención de combatir contra Rusia, pero Putin observa una creciente disposición a armar Ucrania. La amenaza busca, de entrada, introducir la variable más extrema e inquietante en el cálculo de Occidente, con la esperanza de que sirva como elemento de inhibición en futuras decisiones.
La doctrina nuclear rusa
La doctrina vigente rusa que entró en vigor con una orden ejecutiva de Putin del 2 de julio de 2020 establece cuatro condiciones bajo las cuales Rusia usaría sus armas nucleares:
a) llegada de datos fiables del lanzamiento de misiles balísticos contra el territorio de la Federación Rusa y/o sus aliados;
b) uso de armas nucleares u otros tipos de armas de destrucción masiva por parte de un adversario contra la Federación Rusa y/o sus aliados;
c) ataque de un adversario contra infraestructura militar o gubernamental crítica de la Federación Rusa, cuya disrupción minaría la capacidad de respuesta nuclear;
d) agresión contra la Federación Rusa con el uso de armas convencionales cuando pongan en peligro la existencia del Estado.
Ninguna de estas condiciones parece ni remotamente concebible. Para justificar su decisión, Putin ha alegado “declaraciones agresivas” por parte de altos mandos de países de la OTAN.
La disposición a lo inimaginable
La lógica normal induce a pensar que es inconcebible que Putin ordene un ataque nuclear en circunstancias como las actuales. No es plausible que se den las condiciones planteadas por la doctrina rusa, y las represalias que podría desencadenar serían inauditas. Este es uno de los argumentos que esgrime Alberque para descartar la opción.
“Creo que desencadenaría una reacción generalizada que conduciría a un aislamiento total de Rusia. Incluso países como China darían pasos en ese sentido. Se plantearían cosas como la expulsión de Rusia del Consejo de Seguridad de la ONU y sería realmente el inicio del fin de Rusia. Y creo que Putin sabe que ese es un escenario creíble”, considera el experto.
Alberque subraya además argumentos de corte militar. “¿Dónde dispararía la bomba? ¿En el mar Negro o en una foresta, en plan advertencia con consecuencias radiactivas? ¿O una monstruosidad en una ciudad? Las fuerzas ucranias no se concentran de forma masificada como para dar sentido a un golpe preciso contra ellas… no hay un uso que tenga sentido”. Además, observan muchos especialistas, las Fuerzas Armadas rusas disponen de una potencia de fuego convencional enorme como para causar destrucción masiva sin tener que recurrir al arma atómica.
Estos argumentos inducen a muchos dirigentes y expertos a descartar de plano la perspectiva de un ataque nuclear.
Pero hay otros que no lo tienen tan claro. Primero está el comprobado historial de Vladímir Putin de romper límites, de moverse en lo imprevisible, de estar dispuesto a asumir crecientes riesgos para defender sus intereses. Después, algunos apuntan a una posible pérdida de cierto sentido de la realidad, imposible de comprobar, pero que revolotea en el aire. La prolongada soledad del autócrata, instalado en una cultura de paranoia muy difundida en la URSS y, desde luego, en la KGB, cunas de la formación del líder ruso. Tras encontrarse con él, en 2014, Angela Merkel dijo a Obama que le pareció que Putin vivía en otro mundo, según The New York Times.
Y después están las circunstancias extremas del momento. “Creo que está sometido a una presión interna enorme”, dice Giovannini. “No es un loco. No pienso que dispararía una bomba estratégica. Pero me preocupa que pueda considerar la opción de una táctica. Para enviar un mensaje de que está dispuesto a todo para defender los intereses rusos. Pensando que quizá un ataque con cabeza táctica en Ucrania no desencadenaría una reacción militar de la OTAN contra Rusia”. Otros respetados expertos, como François Heisbourg, también han señalado que la amenaza no puede descartarse de plano, entre otras cosas porque la historia muestra que Putin no va de farol.
El arsenal disponible
Rusia dispone del mayor arsenal del mundo junto con EE UU, e incluso algo superior en términos cuantitativos —unas 6.000 cabezas nucleares entre desplegadas y otros conceptos, según datos del Bulletin of the Atomic Scientists—. El despliegue de armas estratégicas está limitado por el pacto New START, que vincula a ambas potencias. La dimensión nuclear ha sido fundamental en el proyecto de modernización de las Fuerzas Armadas rusas impulsado por Putin. Shoigú informó en diciembre de que, como resultado de años de esfuerzos, las armas y el equipamiento modernos ya constituyen un 89% del trío nuclear —tierra, mar y aire—. Rusia ha desarrollado nuevos vehículos de entrega, incluso hipersónicos, y dispone de un amplio arsenal de cabezas nucleares tácticas.
Panorama internacional
La escalada retórica nuclear se inscribe en un contexto preocupante. Por un lado, debe notarse que Bielorrusia acaba de celebrar un referéndum para modificar su Constitución y permitir su conversión en Estado nuclear. Fue aprobado por un 65% de votos a favor, según los datos del régimen.
Por otra parte, el momento es de gran importancia en la renegociación del pacto nuclear con Irán, un proceso en marcha desde hace meses y lleno de dificultades.
Además, en otro plano, la Administración de Biden trabaja en la definición de su doctrina nuclear, y las amenazas de Putin pueden influenciarla y dar argumentos a quienes empujan para que fije líneas más agresivas. Y, sin lugar a dudas, consolidará la perspectiva de una muy prolongada permanencia de armas nucleares estadounidenses en bases europeas, asunto que en el pasado ha sido objeto de intensos debates. Otro efecto contrario a lo deseado por el Kremlin vinculado a sus propias iniciativas. Es, ya, una lista muy larga.
Fuentes: Diario El País de España, New York Times, Washington Post, Federation of American Scientists, La Diaria de Uruguay y observaciones propias.